Por Raúl Germán B.
Raulgerman78@yahoo.es
SANTO DOMINGO OESTE.- Desde el punto de vista lingüístico, el uso de los adjetivos y adverbios es totalmente correcto, pero en la redacción periodística no.
Con eso de que el periodismo siempre lucha en a favor de la imparcialidad, objetividad y precisión, estas dos categorías formales dificultan esas metas del periodismo honesto.
Ya vemos que para muchos redactores y redactoras todo es majestuoso, maravilloso, multitudinario, esplendoroso, y otros más que lo único que demuestra en el periodista es falta de preparación académica o servilismo desmedido.
Desde el pasado, los grandes escritores, nos alertaban en este sentido. El tiempo ha transcurrido y nada ha cambiado, seguimos montado en el mismo caballo. Qué desgracia.
Vamos a referirnos a este gran mal que afecta al periodismo en estos momentos. Ahí tenemos los usos correctos y los incorrectos:
Adjetivo.
Según Vivaldi el adjetivo es la parte variable de la oración que acompaña al sustantivo, expresa una cualidad del mismo (de éste, de él; es lo correcto) y concuerda con el sustantivo en género y número; funciona en la oración como núcleo del predicado nominal o atributo y como complemento de un sintagma nominal, y puede ser especificativo, cuando delimita o concreta su cualidad (Monta el caballo BLANCO), o explicativo, cuando la indica solamente (Monta en un caballo BLANCO). Todas estas palabras que reducen, precisan o concretan la extensión indefinida del sustantivo se llaman adjetivos.
En su Gramática de la Lengua Española dice Emilio Alarcos: “Se separan los adjetivos calificativos y los adjetivos determinativos (el, la, lo, las, los), y entre los últimos se agrupan una serie de unidades designadas como demostrativos (este, ese, aquel), posesivos (mi, tu, su, nuestro, vuestro, etc.), numerales cardinales (uno, dos tres), indefinidos (algún, ningún, cualquier) y relativos (cuyo, cuya, que , cual), ordinales (primero, segundo, tercero, etc.), indeterminados (un, una, unos, unas).
Concordancia del adjetivo.
Un adjetivo puede referirse a varios sustantivos. ¿Debe ponerse en plural o en singular, concordando con el más próximo? Predomina la concordancia en plural: “Geografía e Historia americanas”; pero también se puede decir “Geografía e Historia americana”. Cuando los sustantivos son de distinto género, entonces el adjetivo se pone en masculino y plural o en masculino singular.
-Son necesarios mucho dinero y mucha paciencia.
-Es necesario mucho dinero y mucha paciencia.
Esta concordancia específica del adjetivo masculino cuando acompaña a un sustantivo masculino y a otro femenino (“un hombre con pantalón y chaqueta negros”) es, a juicio del autor, una consecuencia –una repercusión gramatical- de lo que los filósofos llaman cultura “masculina” o concepción masculina de la historia. Aun a sabiendas de que, precisamente por esa “cultura masculina”, se producirán confusiones, nos atrevemos – recomienda el autor- a sugerir la regla siguiente:
Cuando uno de los sustantivos a que se refiere es masculino y el otro es femenino, se tendrá en cuenta para la concordancia la situación o proximidad entre el término primario y el secundario. Así, por ejemplo, se diría: “Claveles y rosas rojas” o “Rosas y claveles rojos”.
Abuso del adjetivo.
Wolfgang Kayser recuerda que hay tres clases de adjetivos: “caracterizador u objetivo” (mesa REDONDA), “efectivo” (las palabras ALADAS, el POBRE muchacho” y el que se usa como “fórmula” (el HONDO valle, el ANCHUROSO mar).
“Algunos autores –dice Marouzeau- abusan de la facilidad que les ofrece el inagotable material de los adjetivos y apenas si dejan al sustantivo sin calificación”. Y añade: “La multiplicación de los epítetos raramente sirve para reforzar una imprecisión. Dicha multiplicación, a menudo, dispersa y cansa la atención”. Es decir, que resulta contraproducente.
Y es el propio Marouzeau quien cita aquella frase de Voltaire: “El nombre y el adjetivo son enemigos mortales”, o aquellas otra afirmación del poeta Francés Paul Valéry: “El epíteto ha perdido valor; la inflación de la publicidad ha reducido a nada la potencia de los adjetivos”. El poeta chileno Vicente Huidobro, en su poema “Arte poética”, dice: “el adjetivo cuando no da vida, mata”. En la literatura ha surgido una clara reacción, con una vuelta a la construcción nominal. Primacía para el sustantivo que expresa la idea y designa el objeto de modo más pleno, más neto. Bien elegido, el sustantivo puede ser suficiente, liberado del epíteto inútil.
Evítense los adjetivos inexpresivos, que no dicen nada nuevo. Son éstos los que algunos gramáticos llaman términos vacíos porque se puede aplicar a cualquier cosa o hecho:
-Una tarde maravillosa.
-Un espectáculo lindo.
-Restaurante majestuoso.
Es frecuente “encariñarse” con algún adjetivo que resulta cómodo y del que se abusa sin medida. No es raro encontrar personas (redactores) para las que todo es estupendo, maravilloso o magnífico…Este es un vicio que conviene vencer, sobre todo al escribir. En resumen, las principales virtudes de la adjetivación son la variedad, la propiedad y la riqueza. Los vicios son: la monotonía, la vaguedad y la pobreza.
Los adverbios.
El adverbio es la parte invariable de la oración que modifica la significación del verbo, del adjetivo o de otro adverbio. Algunos se apocopan (tanto), otros se forman con adjetivos y el sufijo (sustantivo) mente (rápidamente) y otros admiten diminutivos (cerquita) y grado (muy cerca, terquísima, tan cerca como). La locuciones adverbiales son grupos de palabras que funcionan como adverbios (a lo mejor, tal vez).
Los adverbios y las locuciones adverbiales pueden ser de lugar (abajo, aquí), de tiempo (hoy, pronto, con frecuencia), de cantidad (muy, poco), de modo (así, bien), de afirmación (sí, también), de negación (no, jamás) de interrogación (dónde, cuándo) y de duda (a caso, quizás, tal vez).
Los adverbios son categorías formales que modifican a los verbos (El tren marchaba rápidamente), a los adjetivos (Eran unos animales terriblemente feroces) o a otros adverbios (Juan vive muy lejos).
Aunque la colocación del adverbio en la frase española es muy libre, como norma general, debe ir lo más cerca posible de la palabra que modifica:
-Canta maravillosamente.
-Se expresa correctamente.
Los adverbios derivados en mente. Esta facilísima forma de transformar adjetivos en adverbios (mansa, mansamente) tiene el inconveniente de la monotonía y de la cacofonía, producida por el abuso de estos sufijos en “mente”. Cuando los adverbios modales de este tipo son consecutivos, se aplica la terminación en “mente” sólo al último.
Se advierte claramente que los adverbios entorpecen la labor del periodismo serio, el cual se caracteriza por la imparcialidad, la precisión y la concisión. Con la mal utilización de los adverbios y los adjetivos, en las notas informativas, el periodismo pierde la credibilidad.
El manual de estilo del periódico colombiano El Tiempo dice que el adjetivo valorativo es una palabra cargada de dinamita, que debe utilizarse con suma prudencia y en muy escasas y precisas oportunidades.
“...En primer lugar, es la puerta ancha por donde suelen introducirse las opiniones del periodista. En segundo Lugar, esto no siempre complace al lector. Decir que una persona es alta, una cena opípara (espléndida), una manifestación gigantesca o una procesión lánguida puede resultar falsa para muchos lectores.
Es mejor dar la estatura de la persona, el menú de la cena, el cálculo numérico de la manifestación o el tiempo que duró la procesión y el número aproximado de fieles que asistió.
Casi siempre hay un dato concreto que puede reemplazar al adjetivo valorativo, para que el lector saque sus conclusiones. Igual cuidado se debe observar en el uso de expresiones adverbiales como: por fin, apenas ahora, y similares. Deben evitarse, salvo cuando el sentido de la nota lo requiera.
Para no incurrir en vaguedades y lograr la máxima exactitud, hay que evitar palabras como: varios, un grupo, algunos, numerosos o mucho. Cada una de esas palabras debe ser sustituida por un dato concreto.
Debe tenerse especial cuidado con la magnitud de las manifestaciones públicas, sobre todo sin son de carácter político. Huya de términos tales como “multitudinario. No use giros que puedan interpretarse como una opinión sobre el éxito o fracaso de la misma (de ella o ésta).
Procure siempre obtener cifras de una fuente responsable y ojalá oficial. El periodista jamás debe ofrecer un cálculo propio. Y cuando haya una gran diferencia entre dos cifras, es necesario presentar ambas: Aproximadamente 400 mil personas, según la dirección Liberal, ó 100 mil, según la Policía...”
El libro Cómo hacer periodismo de la Revista colombiana Semana recomienda que los textos deben releerse de manera cuidadosa, porque siempre hay una expresión más directa y sobran adjetivos y adverbios.
“…La experiencia de los editores demuestra que cuando un texto debe ser reducido para que ocupe un espacio más pequeño, generalmente mejora.
Las palabras deben ser las justas. A veces se cuelan frases como “Fernando, cadete que optó por la carrera militar”. Con frecuencia se pueden reducir a la mitad párrafos completos, sin perder un solo concepto. Todo lo que no agrega, en realidad quita.
Los redactores inexpertos (y los veteranos) creen que el uso de adjetivos y adverbios le da mayor énfasis al texto. Pero en realidad es todo lo contrario. Ello lleva a caer en redundancias como “el pasado 11 de este mes”, “armar militarmente al país” o “un estruendo ruidosos...”
Raulgerman78@yahoo.es
SANTO DOMINGO OESTE.- Desde el punto de vista lingüístico, el uso de los adjetivos y adverbios es totalmente correcto, pero en la redacción periodística no.
Con eso de que el periodismo siempre lucha en a favor de la imparcialidad, objetividad y precisión, estas dos categorías formales dificultan esas metas del periodismo honesto.
Ya vemos que para muchos redactores y redactoras todo es majestuoso, maravilloso, multitudinario, esplendoroso, y otros más que lo único que demuestra en el periodista es falta de preparación académica o servilismo desmedido.
Desde el pasado, los grandes escritores, nos alertaban en este sentido. El tiempo ha transcurrido y nada ha cambiado, seguimos montado en el mismo caballo. Qué desgracia.
Vamos a referirnos a este gran mal que afecta al periodismo en estos momentos. Ahí tenemos los usos correctos y los incorrectos:
Adjetivo.
Según Vivaldi el adjetivo es la parte variable de la oración que acompaña al sustantivo, expresa una cualidad del mismo (de éste, de él; es lo correcto) y concuerda con el sustantivo en género y número; funciona en la oración como núcleo del predicado nominal o atributo y como complemento de un sintagma nominal, y puede ser especificativo, cuando delimita o concreta su cualidad (Monta el caballo BLANCO), o explicativo, cuando la indica solamente (Monta en un caballo BLANCO). Todas estas palabras que reducen, precisan o concretan la extensión indefinida del sustantivo se llaman adjetivos.
En su Gramática de la Lengua Española dice Emilio Alarcos: “Se separan los adjetivos calificativos y los adjetivos determinativos (el, la, lo, las, los), y entre los últimos se agrupan una serie de unidades designadas como demostrativos (este, ese, aquel), posesivos (mi, tu, su, nuestro, vuestro, etc.), numerales cardinales (uno, dos tres), indefinidos (algún, ningún, cualquier) y relativos (cuyo, cuya, que , cual), ordinales (primero, segundo, tercero, etc.), indeterminados (un, una, unos, unas).
Concordancia del adjetivo.
Un adjetivo puede referirse a varios sustantivos. ¿Debe ponerse en plural o en singular, concordando con el más próximo? Predomina la concordancia en plural: “Geografía e Historia americanas”; pero también se puede decir “Geografía e Historia americana”. Cuando los sustantivos son de distinto género, entonces el adjetivo se pone en masculino y plural o en masculino singular.
-Son necesarios mucho dinero y mucha paciencia.
-Es necesario mucho dinero y mucha paciencia.
Esta concordancia específica del adjetivo masculino cuando acompaña a un sustantivo masculino y a otro femenino (“un hombre con pantalón y chaqueta negros”) es, a juicio del autor, una consecuencia –una repercusión gramatical- de lo que los filósofos llaman cultura “masculina” o concepción masculina de la historia. Aun a sabiendas de que, precisamente por esa “cultura masculina”, se producirán confusiones, nos atrevemos – recomienda el autor- a sugerir la regla siguiente:
Cuando uno de los sustantivos a que se refiere es masculino y el otro es femenino, se tendrá en cuenta para la concordancia la situación o proximidad entre el término primario y el secundario. Así, por ejemplo, se diría: “Claveles y rosas rojas” o “Rosas y claveles rojos”.
Abuso del adjetivo.
Wolfgang Kayser recuerda que hay tres clases de adjetivos: “caracterizador u objetivo” (mesa REDONDA), “efectivo” (las palabras ALADAS, el POBRE muchacho” y el que se usa como “fórmula” (el HONDO valle, el ANCHUROSO mar).
“Algunos autores –dice Marouzeau- abusan de la facilidad que les ofrece el inagotable material de los adjetivos y apenas si dejan al sustantivo sin calificación”. Y añade: “La multiplicación de los epítetos raramente sirve para reforzar una imprecisión. Dicha multiplicación, a menudo, dispersa y cansa la atención”. Es decir, que resulta contraproducente.
Y es el propio Marouzeau quien cita aquella frase de Voltaire: “El nombre y el adjetivo son enemigos mortales”, o aquellas otra afirmación del poeta Francés Paul Valéry: “El epíteto ha perdido valor; la inflación de la publicidad ha reducido a nada la potencia de los adjetivos”. El poeta chileno Vicente Huidobro, en su poema “Arte poética”, dice: “el adjetivo cuando no da vida, mata”. En la literatura ha surgido una clara reacción, con una vuelta a la construcción nominal. Primacía para el sustantivo que expresa la idea y designa el objeto de modo más pleno, más neto. Bien elegido, el sustantivo puede ser suficiente, liberado del epíteto inútil.
Evítense los adjetivos inexpresivos, que no dicen nada nuevo. Son éstos los que algunos gramáticos llaman términos vacíos porque se puede aplicar a cualquier cosa o hecho:
-Una tarde maravillosa.
-Un espectáculo lindo.
-Restaurante majestuoso.
Es frecuente “encariñarse” con algún adjetivo que resulta cómodo y del que se abusa sin medida. No es raro encontrar personas (redactores) para las que todo es estupendo, maravilloso o magnífico…Este es un vicio que conviene vencer, sobre todo al escribir. En resumen, las principales virtudes de la adjetivación son la variedad, la propiedad y la riqueza. Los vicios son: la monotonía, la vaguedad y la pobreza.
Los adverbios.
El adverbio es la parte invariable de la oración que modifica la significación del verbo, del adjetivo o de otro adverbio. Algunos se apocopan (tanto), otros se forman con adjetivos y el sufijo (sustantivo) mente (rápidamente) y otros admiten diminutivos (cerquita) y grado (muy cerca, terquísima, tan cerca como). La locuciones adverbiales son grupos de palabras que funcionan como adverbios (a lo mejor, tal vez).
Los adverbios y las locuciones adverbiales pueden ser de lugar (abajo, aquí), de tiempo (hoy, pronto, con frecuencia), de cantidad (muy, poco), de modo (así, bien), de afirmación (sí, también), de negación (no, jamás) de interrogación (dónde, cuándo) y de duda (a caso, quizás, tal vez).
Los adverbios son categorías formales que modifican a los verbos (El tren marchaba rápidamente), a los adjetivos (Eran unos animales terriblemente feroces) o a otros adverbios (Juan vive muy lejos).
Aunque la colocación del adverbio en la frase española es muy libre, como norma general, debe ir lo más cerca posible de la palabra que modifica:
-Canta maravillosamente.
-Se expresa correctamente.
Los adverbios derivados en mente. Esta facilísima forma de transformar adjetivos en adverbios (mansa, mansamente) tiene el inconveniente de la monotonía y de la cacofonía, producida por el abuso de estos sufijos en “mente”. Cuando los adverbios modales de este tipo son consecutivos, se aplica la terminación en “mente” sólo al último.
Se advierte claramente que los adverbios entorpecen la labor del periodismo serio, el cual se caracteriza por la imparcialidad, la precisión y la concisión. Con la mal utilización de los adverbios y los adjetivos, en las notas informativas, el periodismo pierde la credibilidad.
El manual de estilo del periódico colombiano El Tiempo dice que el adjetivo valorativo es una palabra cargada de dinamita, que debe utilizarse con suma prudencia y en muy escasas y precisas oportunidades.
“...En primer lugar, es la puerta ancha por donde suelen introducirse las opiniones del periodista. En segundo Lugar, esto no siempre complace al lector. Decir que una persona es alta, una cena opípara (espléndida), una manifestación gigantesca o una procesión lánguida puede resultar falsa para muchos lectores.
Es mejor dar la estatura de la persona, el menú de la cena, el cálculo numérico de la manifestación o el tiempo que duró la procesión y el número aproximado de fieles que asistió.
Casi siempre hay un dato concreto que puede reemplazar al adjetivo valorativo, para que el lector saque sus conclusiones. Igual cuidado se debe observar en el uso de expresiones adverbiales como: por fin, apenas ahora, y similares. Deben evitarse, salvo cuando el sentido de la nota lo requiera.
Para no incurrir en vaguedades y lograr la máxima exactitud, hay que evitar palabras como: varios, un grupo, algunos, numerosos o mucho. Cada una de esas palabras debe ser sustituida por un dato concreto.
Debe tenerse especial cuidado con la magnitud de las manifestaciones públicas, sobre todo sin son de carácter político. Huya de términos tales como “multitudinario. No use giros que puedan interpretarse como una opinión sobre el éxito o fracaso de la misma (de ella o ésta).
Procure siempre obtener cifras de una fuente responsable y ojalá oficial. El periodista jamás debe ofrecer un cálculo propio. Y cuando haya una gran diferencia entre dos cifras, es necesario presentar ambas: Aproximadamente 400 mil personas, según la dirección Liberal, ó 100 mil, según la Policía...”
El libro Cómo hacer periodismo de la Revista colombiana Semana recomienda que los textos deben releerse de manera cuidadosa, porque siempre hay una expresión más directa y sobran adjetivos y adverbios.
“…La experiencia de los editores demuestra que cuando un texto debe ser reducido para que ocupe un espacio más pequeño, generalmente mejora.
Las palabras deben ser las justas. A veces se cuelan frases como “Fernando, cadete que optó por la carrera militar”. Con frecuencia se pueden reducir a la mitad párrafos completos, sin perder un solo concepto. Todo lo que no agrega, en realidad quita.
Los redactores inexpertos (y los veteranos) creen que el uso de adjetivos y adverbios le da mayor énfasis al texto. Pero en realidad es todo lo contrario. Ello lleva a caer en redundancias como “el pasado 11 de este mes”, “armar militarmente al país” o “un estruendo ruidosos...”
Vicente Leñero y Carlos Marín plantean, en su libro Manual de periodismo que se debe tener cuidado con el empleo de adjetivos y adverbios, ya que, según añaden, proyectan una apreciación personal del periodista (contraria a la objetividad) o una falta de precisión en la investigación reporteril, deficiencia profesional que debe siempre superrarse. Ejemplos:
"-El automóvil de perengano fue a estrellarse cuando corría a altísima velocidad (altísima: adjetivo, falta de presición...Debió escribirse...fue a estrellarse cuando corría a 160 kilómetros por hora". Mejorado por el Guardián de la Verdad:...se estrelló cuando corría a 160 kilómetros por hora.
"-El candidato a la gobernatura de Zacatecas, fulano de tal, habló despectivamente de su contrincante político...(Despectivamente: adverbio, falta de precisión). Debió decirse...fulano de tal, dijo que su contrincante político es incompetente e inexperto".
Después de ver este escrito, vemos que los grandes escritores y los mejores medios de Latinoamérica recomiendan mesura en los usos que les damos los periodistas a los adjetivos y adverbios.
Después de ver este escrito, vemos que los grandes escritores y los mejores medios de Latinoamérica recomiendan mesura en los usos que les damos los periodistas a los adjetivos y adverbios.
6 comentarios:
Buen aporte. Felicidades.
Gracias por la sugerencia, pero es que no tengo la suerte de ser comunicador social. Gracias una vez mas.
Muy bueno la verdad que usted sabe de redaccion.
joan
Muy bien, es usted un gran guardián de nuestro querido castellano. Ojalá los políticos lean sus apuntes
Excelente. Ojalá periodistas y políticos, así como, escritores en la red, lean y tomen nota de estas advertencias.
Gracias por sus comentarios
Publicar un comentario