"Huashcao
en el guardián de la cumbre más alta y hermosa que tiene el Perú, el nevado
Huascarán. Desde allí se divisan los atardeceres más encantadores que ser
humano haya podido ver. Estar en Huashcao es estar en contacto con lo más puro
de la naturaleza.
Parecía
increíble, pero lo cierto es que el “profesor” golpeaba y castigaba de la
manera más brutal a cualquier alumno que, según él, “tenga la osadía de hablar
en quechua”.
La
escuelita se había convertido en la casa del terror para esos alumnos; más que
horas de clases, eran momentos de sobresalto. El correcto proceso
enseñanza-aprendizaje se había lanzado al tacho (zafacón)...".
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