lunes, 26 de marzo de 2012

La crónica periodística informativa

Por Raúl Germán*



La doctrina filosófica periodística brinda a los profesionales del área de periodismo la posibilidad de comprender mejor las definiciones y características de cada género o subgénero periodístico.

Muchos de mis alumnos, y por qué no decirlo, colegas también, tienen muchos problemas a la hora de redactar una crónica periodística informativa-interpretativa. Por qué, porque no se llevan de los lineamientos, de las definiciones; no prestan atención a las explicaciones del docente o, sencillamente, el docente no sabe explicar el fenómeno, por desconocimiento.

Gonzalo Martín Vivaldi, Álex Grijelmo, José Luis Martínez Albertos, Truman Capote, Tom Wolfe, la revista Semana y Gabriel García Márquez nos orientan:

“Crónica periodística es una narración directa e inmediata de una noticia con ciertos elementos valorativos (no opiniones) que siempre deben ser secundarios respecto a la narración del hecho en sí.

Intenta reflejar lo acaecido entre dos fechas: de ahí le viene su origen etimológico en la historia de la literatura.

La narración y la Valoración.-

La crónica periodística es, en esencia, una información interpretativa y valorativa de hechos noticiosos, actuales o actualizados, donde se narra algo al propio tiempo que se juzga lo narrado.

No es un reportaje puro porque en éste –en principio y salvo en casos excepcionales- no se admite el comentario, sino que impera el relato escueto.

No es un reportaje interpretativo o en profundidad, porque en este tipo de reportaje la interpretación no la da el reportero, sino los elementos que se aportan para la debida valoración de un hecho.

No es un artículo, porque, a diferencia del articulista, el cronista tiene la ineludible obligación de informar, de narrar, de contar algo que ha sucedido.

Sin noticia, la crónica deja de ser periodística para convertirse en un relato histórico o un artículo valorativo de un hecho trascendente…o intrascendente.

El estilo de la cónica ha de ser directo y llano, esencialmente objetivo, pero al mismo tiempo debe plasmar la personalidad literaria del periodista”.

A parte de estas acertadas sugerencias que nos hacen los expertos, yo puedo agregar que la redacción de una crónica exige la elaboración de un esquema investigativo, tipo causa-consecuencia.

Este esquema debe de responder a varias dimensiones, dependiendo el tema; pero que regularmente son: geográficas, sociológicas, antropológicas, sicológicas, económicas, jurídicas, políticas, históricas, etc.

La crónica tiene casi las mismas necesidades que un reportaje: se escriben crónicas para investigar, contextualizar, documentar, interpretar, describir, explicar y analizar un hecho noticioso. Esto supone que quién pretenda rectar una crónica debe de dominar de la forma más amplia el tema del cual desea o está escribiendo.

El cronista debe de conocer a profundidad la gramática, su sintaxis, la ortografía, la gramática del verbo. Este último tema se está convirtiendo en el Talón de Aquiles para los redactores. Si asumimos que el 99.9% de las relatos informativos deben escribirse en modo indicativo, y que el modo indicativo tiene 10 formas, cada una con su uso muy particular y concreto. No podemos tratar de escribir una crónica solo en presente (corre), en indefinido (corrió) o en imperfecto (corría). Hay que darle variedad a cada conjugación…en la próxima entrega haremos otros aportes. Aquí les dejo con un buen ejemplo tomado del manual de estilo de la revista Semana:

Lead de la crónica.-

“A las 2:45 de la tarde del martes de la semana pasada, bajo un sol inclemente, algunos habitantes del municipio antioqueño de Nariño echaron a correr por la calle Real, hacia la parte baja del pueblo.

Cuando el tropel de gente desembarcó en la plazoleta, ubicada frente a la imponente iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes, el pánico se había generalizado.

Los hombres no corrían, pero tampoco escondían el temor que se dibujaba en sus rostros. “¿Qué pasa? ¿Qué pasa?”, pregunta alguien. “La guerrilla… volvió la guerrilla”, respondió cualquiera de los que huía de un enemigo invisible.

Al oír esto, los soldados que permanecían en los alrededores de la iglesia y la casa cural se tensionaron… Levantaron las boquillas de sus fusiles hacia el cielo, los desaseguraron con rapidez y comenzaron a caminar cautelosamente, pegados a las paredes, hacia la plaza principal.

Los nariñenses que los observaban través de las ventanas de sus casas, a penas entreabiertas, pensaron que la pesadilla que habían soportado durante 36 horas el pasado fin de semana comenzaría de nuevo. Un hombre pensó en voz alta: “Sinceramente esto no es justo”…

El final.-

“…La señora permanecía en cuclillas sobre las ruinas de lo que fue su hogar, destruido por el carrobomba.

Vestida con una bata de pequeñas flores azules y moradas, protegida del sol por una sombrilla negra, les decía, con un tono demencial, una y otra vez a un hombre y a un muchacho que hurgaban entre los escombros: “Los zapatos están debajo del escaparate, no encuentran los zapatos, no encuentran los zapatos, no encuentran los zapatos, no encuentran los zapatos…”

*El autor es periodista, docente y escritor.

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